En Highgate, del Norte
de Londres cementerio,
ha sido al fin enterrado
Alexander Litvinenko,
agente que fue del KGB,
luego exiliado disidente.
Murió envenenado
por extraño elemento,
el polonio 210,
de tan letal radiactividad
que a perpetuidad
ha sido encerrado
su infesto cadáver
en féretro blindado,
eterna prisión
del mortal elemento.
Doblemente infortunado
ha sido Livitnenko.
Unos la vida le han quitado;
otros, el abrazo de la madre
tierra. El volverse polvo,
el más natural derecho
que ni al más indeseable
se arrebata, le han
a él arrebatado.
Enterrado en un feretro blindado, un cadaver que no se descompondrá jamás.