Un joven suizo que había sido un mediocre estudiante, que no tenía ninguna vinculación Universitaria, acceso alguno a ningún laboratorio y que no había disfrutado del uso de ninguna biblioteca que no fuera la de la oficina de patentes de Berna (donde trabajaba como oficinista burocráta de tercera) consiguió que uno de sus artículos sobre física apareciera publicado, en 1905, en la revista científica alemana «Annalen der Physick», publicación a la que había enviado un total de 5 artículos de los que posteriormente 3 se convertirían en los más importantes jamás escritos en la historia de la física:
– El primero analizaba el efecto fotoeléctrico por medio de la nueva teoría cuántica de Planck, revelaba la naturaleza de la luz e hizo posible, entre otras muchas cosas, inventos como la televisión.
– El segundo analizaba el comportamiento de las partículas en suspensión y supuso la demostración real de la existencia de los átomos.
– El tercero cambiaría el mundo. Suponía el principio de la Teoría de la Relatividad y daría lugar meses después a su famosa fórmula E=mc2, que quiere decir que la energía de un cuerpo en reposo (E) es igual a su masa (m) multiplicada por la velocidad de la luz (c) al cuadrado. Como Einstein, que era el nombre de ese joven oficinista, explicaría más tarde, hay una cuantía enorme de energía en cualquier cuerpo material, incluídos nosotros mismos.
Según ésto no hace falta que seas demasiado grande, gordo o alto para contener en la estructura de tu cuerpo un mínimo de 7×1018 julios de energía potencial… Suficiente (si supieras liberarla) para estallar con la fuerza de 30 bombas H enormes. Todas las cosas tienen ese tipo de energía atrapada dentro de ellas, lo único que pasa es que no sabemos extraerla y hasta una barra de uranio de las que se usan en las centrales nucleares (la cosa más energética que la humanidad ha conseguido fabricar hasta ahora) libera menos del 1% de la energía que podría liberar si fueramos un poco más inteligentes.
La teoría de Einstein demostraba así cómo las estrellas podían arder miles de millones de años sin agotar su combustible, proporcionando por fin a los geólogos, biólogos y astronomos los millones de años de antiguedad que se necesitaban para dar sentido a multitud de teorías; también resolvía el problema del «eter luminífero» dejando claro que el Universo no lo necesitaba y que por tanto no existía. El problema es que los físicos no suelen hacer caso a lo que escriba un oficinista y pese a que Einstein acababa de resolver algunos de los misterios más profundos del universo fue rechazado como profesor universitario, fue después también rechazado como profesor de secundaría, y al final tuvo que volver a su antiguo trabajo de inspector de tercera en aquella pequeña oficina de patentes donde pese a todo siguió «pensando».
Einstein brillaba tanto por sí mismo que al final terminó por salir de la sombra, ¿pero cuantos genios y cosas habrán existido sin que nadie se haya nunca dado cuenta? No es la energía lo único que no sabemos manejar correctamente, ¿no creeis?
FUENTES: Wikipedia, «Agujeros negros y deformaciones temporales» (Thorne), Explicación de la relatividad, Una Breve Historia de Casi todo (Bryson) y Microsiervos