Por muy jóvenes que seamos todos tenemos un pasado exclusivo y a menudo cuando miramos hacia él, por ejemplo a tiempos en los que aún estabamos empezando el colegio, o las primeras salidas en plan crápula, o cuando hacían la mili aquellos a los que aún les tocó, o cuando nos mandaron a algún país extranjero o a algún internado veraniego a estudiar; de repente momentos que entonces nos parecían horribles o días que se sucedían terriblemente aburridos, los recordamos con nostalgia y a menudo desearíamos vivirlos de nuevo porque nos descubrimos a nosotros mismos siendo felices entonces, y creemos que tuvimos un mejor pasado que presente. Todos hemos vivido cosas apasionantes y generalmente son las que más se recuerdan (la memoria, afortunadamente, es selectiva)
Creo que la felicidad casi siempre viaja de incógnito, que pocas veces mientras somos felices sabemos que lo somos, y es que sólo después de que haya acabado sabemos que la habíamos encontrado. Para ser feliz hay que creer o esperar ser feliz y para ello nada mejor que mirar hacia el lado positivo de las cosas, pensar que al fin y al cabo somos unos afortunados, sonreir y evitar que las desgracias, por grandes que sean, llenen todo nuestro espacio.
No hace falta ser multimillonario, todos somos ricosde alguna forma y seguro que no eres uno entre:
- 1 millón de personas que morirán esta semana
- 500 millones de personas que han vivido una guerra, torturas o hambre extrema
- Ese 57% de la población mundial que no tiene nevera, ropa en un armario y un lugar propio donde dormir.
- Sólo el 8% de la población tiene ahorros, por poco que sea, en el banco y puede permitirse, por ejemplo, dejar propina en un restaurante.
- Hay 2.000 millones de personas en el planeta que no saben leer.
Uno de los libros que más me ha gustado últimamente es «El viaje de la felicidad: las nuevas claves científicas» de Eduardo Punset. Aunque a primera vista pueda parecer un tema vacío, la felicidad tiene mucho de ciencia y como digo es un libro que me ha parecido muy interesante.
Punset parte del hecho de que en unos pocos años hemos casi triplicado la esperanza de vida, disponiendo de repente de casi 50 años para dedicarnos a la búsqueda de la felicidad y establece una relación entre ella y la ausencia de miedo o stress (los humanos somos los únicos capaces de sentirnos desgraciados por algo que AÚN no ha sucedido). Entre tanto bisecciona y establece los diferentes factores que componen e intervienen en nuestra felicidad y nos deleita con curiosas anécdotas y datos relacionados; como que los animales para liberar tensiones gritan o atacan a otros (como nosotros «ladramos» cuando estamos estresados), que las emociones vienen determinadas genéticamente, que los cánones de belleza se establecen y han variado poco porque implicaba antiguamente ausencia de mutaciones o enfermedad, que la felicidad reside en las pequeñas cosas, que nadie al morir piensa en sus posesiones pero todos en sus relaciones, o algo que me ha parecido apasionante: no estamos programados para morir. Al final revela hasta una «formula de la felicidad» (que no escribo para no reventarle el libro) con una lógica admirable. Resumiendo: os recomiendo su lectura.
«La felicidad no es más que una mala memoria y una buena salud» (Albert Scheweitzer)
Sed felices (joder, me parezco a Aramis Fuster cuando iba de adivina jeje).