Pasando por alto todos esos muertos del tercer mundo, que nos dan igual *ironic, supongo que a estas alturas ya estareis todos enterados de la impactante matanza de 31 estudiantes que el muerto número 32 perpetró en la Universidad Tecnológica de Virginia.
«Ustedes decidieron derramar mi sangre. Me arrinconaron y me dieron sólo una opción. La decisión fue de ustedes. Ahora tienen sangre en sus manos que nunca podrán limpiar»
Por supuesto la culpa es de la TV y de los videojuegos… Recurrir a lo más fácil es genial. Lo fácil vende, ¡el hazlo grande de la publicidad aplicado a los psicopatas! ¿Para que hablar de la venta de armas, que quizás ha influido «un poco»? (entre otras cosas)
Vida 2.0: lo más facil y lo más rápido.
En mi opinión es ridículo culpar a Mario Bros, al HalfLife, al WoW o incluso a Manhunt de tanta maldad, son solo juegos ¡%&!, quien juega videojuegos sabe que esa no es la causa y que el carmageddon no nos hizo atropellar peatones cuando nos sacamos el carnet. Los videojuegos son sólo el argumento de moda para la «TV basura» de los tontos, el verdadero asunto es que la gente cada vez está más chalada y el problema es la educación, las drogas, la intolerancia… Pero es fácil culpar a los videojuegos de todo ¿no?
Si no fuera porque conozco coreanos (mi gran amiga Yumi y más impronunciables) y sé que son tan pacíficos, conformistas, politeness, callados, risueños y sacrificados hasta extremos inimaginables para los occidentales; sería sencillo justificar el asunto diciendo que ha sido simplemente por culpa de una especie de «japones chalado» que ha perdido la compostura al llegar a USA, pero parece ser que este tipo de asesinos son, de hecho, gente normal (pero asesina) que busca hacerse notar o que va acumulando rabia. El caso es que este asunto me ha recordado uno de mis libros favoritos: El mecanográfo, de Javier Garcia Sanchez. RECOMENDADO
Éste libro enorme es una joya que pese a su tamaño he releído en parte varias veces. No destrozaré la trama y os diré que se trata simplemente del diario recopilado por la policía de Josef Króhaska: un humano terriblemente culto enamorado de Bach, Kant, las armas y la literatura. En su casa se encontraron más de 5000 libros subrayados (se los había leído, equivale a unos 200 libros al año según su edad, 35 años) y era un hombre tranquilo según sus vecinos, aunque escribierá en su diario la frase de este título «me he convertido en la muerte, hago temblar» (que en realidad es de Openheimer, creador de la bomba atómica), y poco después iniciara una masacre en un centro preescolar de Alemania, era un hombre tranquilo… Suele pasar.
Éste tipo (resumiendo casi 1000 páginas en un par de frases) para quien no lo conozca era alguien «normal» bastante culto (e inteligente más o menos) que de repente estalló, irrumpió en el centro escolar donde su única «amiga» trabajaba y se convirtió en la muerte. Hizo temblar.
Ese libro está lleno de sufrimiento (que no le justifica) y la verdad es que resulta interesante los días de lluvia. El diario está lleno de frases que demuestran que no era Josef precisamente la alegría de la huerta. Cojo unos cuantos días y copio unas cuantas al azar:
– «Nada en el buzón. Como ayer. Como mañana. Como siempre: Ni siquiera propaganda».
– «Soy la prolongación de un ser superior, como mi mano lo es de mí. Sumido en un permanente ritual de tristeza».
– «Qué contrariedad haber nacido sin que nos pidieran permiso, y para tener que morirse».
– «Todo va y viene. Solo la angustia permanece»
– «Solo sé que tengo claro lo que me ocurre: no tengo ningún motivo para ser feliz»
– A veces dudo de si tengo corazón o es simplemente una válvula que me invade de amargura permanentemente»
– «Lo he reflexionado unos minutos y creo saberlo: me deprime pensar que si ahora mismo rompiera a llorar nadie se enteraría».
En fin, que algo así deben sentir los que conocían a las víctimas de estos engendros humanos. Que se pudran donde quiera que sea.