Recuerdo que una vez en una macrofiesta en Ibiza donde había más gente puesta que megavatios había también allí un par de profesionales haciendo tatuajes a todo aquel fiestero, borracho, drogado o loco que los pagara… El «problema» es que había cola y me pregunté qué pensaría esa gente al día siguiente.
ANTES
Raro experimento debe suponer el levantarse con resaca después de dos días seguidos de fiesta descontrolada y ver que te has tatuado alguna chorrada que tendrás que arrastrar ya toda tu vida, aunque lo que me parece aún más raro es que esta gente, con semejantes engendros tatuados, se atrevan a dejarse fotografiar en lugar de recluirse en algún monasterio Saolin:
DESPUÉS