La primera vez q se jugó al escondite en la tierra no jugaron personas, jugaron sentimientos.
Fue la iniciativa quien lo propuso y aunque no todos quisieron participar (la verdad prefirió no esconderse, porque al final siempre la hallaban) la locura empezó a contar.
1, 2, 3, 4, 5, 6…
La primera en esconderse fue la pereza, dejándose caer tras la primera piedra del camino.
La generosidad casi no alcanzó a esconderse pq cada escondite q hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: un lago cristalino ideal para la belleza, una hendija en un árbol perfecta para la timidez, una ráfaga de viento magnífico para la libertad… Así q terminó por acurrucarse en un rayo de sol mientras el egoísmo permanecía en un sitio mejor, pero sólo para él.
La mentira por su parte se escondió en el fondo del mar; la pasión y el deseo en el centro de un volcán, y de este modo, uno a uno, todos los sentimientos fueron escondiéndose.
Comenzó entonces la locura a buscar…
Encontró a la fe conversando con Dios y cerca de ella a la envidia, q se encontraba a la sombra del triunfo. En el lago halló a la belleza y aún decidiéndose por algún lugar seguro descubrió a la duda.
Poco a poco fue encontrando a todos: al talento entre la hierba, a la angustia en una cueva oscura, a la soberbia en la cima de una gran montaña…
Sólo el amor continuaba oculto aunque la locura lo buscó detrás de cada árbol, en cada río y en todos los mares; pero cuando ya estaba a punto de darse por vencida divisó un simple rosal y allí entre sus flores alcanzó a divisarlo. Decidió entonces aparecerse por sorpresa, que era lo que siempre el amor solía hacer, y cuando comenzó a mover las ramas para sorprenderle escuchó un fuerte quejido q ya no era de sorpresa, sino de dolor: ¡Las espinas del rosal habían herido al amor en los ojos y le habían dejado ciego!
La locura no supo entonces que hacer para disculparse por el accidente, y lloró e imploró, y al final prometió al amor q desde entonces, y para siempre, se convertiría en su fiel guía.
Es por ello que dicen que desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la tierra, el amor es ciego, y la locura siempre lo acompaña…