Ya he vuelto de Egipto, así que ya pondré alguna foto cuando tenga un rato. En mi opinión es un viaje que merece la pena si pasas un poco por alto el hecho de que Egipto es un caos y además está lleno de Egipcios que tratarán de hacerte el lío.
– Los hoteles y barcos de categoría superior son buenos y la gente dedicada a la hostelería realmente «profesional». Recalcar el hecho de que casi todos los comerciantes se manejan en frances, español e ingles sin demasiados problemas.
– Los monumentos egipcios son impresionantes y pese a todos los avances de la época en que nos encontramos, cualquiera de ellos sigue estremeciendo a todo aquel que los visita por su grandeza, perfección y sobre todo por la paciencia y la fe que tuvieron que tener aquellos que los hicieron. Lo mejor: entrar en la Gran Piramide, aunque no es apto para gente con claustrofobia nio sencillo conseguir entradas. Lo peor: algunos turistas destrozan todo (en muchas tumbas hay incluso graffitis) y el templo de Abu Simbel, porque es impresionante pero parece un parte temático (ni de coña me creo que eso se conservara «tan perfectamente» y haya sido simplemente trasladado).
– La gente es alegre y conscientes de que los turistas son su principal fuente de ingresos, así que os trataran «bien» a su manera. Tampoco es probable que os roben porque la ley es muy muy estricta y porque si os roban en una calle de un mercado por ejemplo dicen que cierran además esa calle unos días, así que los propios comerciantes «vigilarán» que nadie os quite nada. Anduvimos por callejuelas oscuras sin un alma occidental, por la noche y poca gente, y ni siquiera así conseguimos que nos atracaran. El soporte al turista ofrecido por el país, con escolta, policía específica y puntos de información es muy buena.
– Muchos Egipcios sin embargo intentarán sacaros el dinero, engañaros y muchos de ellos son demasiado intrusivos a nuestros ojos, porque ellos por cultura son más insistentes, te tocan, etc. Son capaces de seguirte durante horas intentando venderte algo, son demasiado aficionados a los piropos (no vayais con rubias ni pelirrojas) y el hecho de ir de compras es simplemente agotador: inimaginable lo pesados e intrusivos que son los comerciantes sobre todo si como a mí no os gusta que os abrazen y os toquen continuamente. Si alguien te vende algo te intentará timar, si te regala algo te lo cobrará después, si te dan la mano te agarrará hasta que te metas en su tienda, si te cuenta algo te cobrará por ello, si te paras más de 30 segundos en cualquier parte te rodearan decenas de pedigueños, si coges un taxi te perderá… ¡Hasta en el avión vendieron billetes duplicados! Si te lo tomas a risa, lo pasarás bien, pero cansan mucho.