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cuentos

¿Por qué la gente grita?

··· Publicado el 25/11/2011 por Raúl Blanco ...

Casi todos hubieramos respondido: «Porque me pone de los nervios».

Sí, pero ¿Porqué gritamos si tenemos a la persona al lado?¿Porqué no podemos hablar en voz baja?¿Porqué hacemos eso cuando nos enfadamos?

Cuando dos personas se enfadan sus corazones se alejan mucho, tanto, que tienen que gritar para poder escucharse. Cuanto más enfadados estén, más tienen que gritarse. Dos personas que se quieren no se gritan, se hablan suavemente, sin dañarse, porque sus corazones están en realidad muy cerca.

No intentéis que vuestros corazones se alejen por una tontería, nunca digáis palabras que os distancien más o que podrían quedar clavadas en el alma del otro porque podría llegar un día que la distancia se haga tan grande que vuestros corazones, quizás, nunca puedan volver a encontrarse…

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Puede ser

··· Publicado el 01/11/2008 por Raúl Blanco ...

Cuando el bosque ardió en llamas, casi los animales comenzaron a correr para salvar su vida.

Un pequeño pájaro, sin embargo, recogía una y otra vez agua del río para verterla sobre el fuego.

“¿Es que acaso crees que con ese pico pequeño vas a apagar
el incendio?” – le preguntó el León.

“Yo sé que no puedo sólo -respondió el pajarillo. Pero estoy haciendo mi parte“.
Betinho

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Un pequeo gran cuento de cadenas

··· Publicado el 03/04/2008 por Raúl Blanco ...

Me llamaba la atención el elefante. Durante la función de circo, el enorme animal hacía despliegue de su tamaño, peso y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas clavada a una pequeña estaca clavada a su vez en el suelo.

La estaca era solo un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra, y me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente:

¿Qué mantiene al elefante encadenado entonces? ¿Por qué no huye? Pregunté.

Alguien me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta. Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:

El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía… Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás… jamás… jamás… Intentó poner a prueba su fuerza otra vez…

El primer obstaculo, en realidad, somos a menudo nosotros mismos

NOTA: Cuento de Jorge Bucay, que suele usarse en programas de coaching.


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Tiempos no muertos

··· Publicado el 13/08/2007 por Raúl Blanco ...

Dos hombres se dedicaron un día entero a cortar leña:
– Uno de ellos trabajó sin detenerse a descansar, y junto una pila de leños bastante grande.
– El otro lo hizo durante lapsos de cincuenta minutos, con otros intercalados de diez minutos en los que descanso. Al terminar sin embargo tenía una pila de leños mucho mayor.
¿Como pudiste cortar tanta leña? le preguntó el hombre que trabajo sin descanso. Esta fue la respuesta: Mientras descansaba, afilaba el hacha.

Thomas Welch

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