El otro día no se me ocurría qué picotear y como no me gustan demasiado los dulces navideños encontré bastantes restos de turron, mazapán, polvorones, etc que habían sobrado y andaban perdidos por la despensa y no me había comido antes.
Abrí una caja que tenía muy buena pinta y aunque el mazapán no era el de «Casa Mira», que es el que os recomiendo si vivís en Madrid, la verdad es que estaba bastante rico y realmente parecía hecho por algún tipejo que rompía almendrás con mazo por tradición, y a fuego lento. Lo que me cabreó fue que dentro de una caja donde cabrían facilmente unas 20 o 30 figuritas (de hecho parecía que así era) había ¡5 unidades y media (el patito venía sin cabeza)!
Grrrrrgggg
En la foto no se aprecia realmente todo el espacio que sobraba en la caja, pero os aseguro que era una autentica estafa y me puse a abrir más cajas navideñas en uno de mis absurdos experimentos de 5 minutos. Llegué a la conclusión de que en Navidad lo típico es intentar engañarnos presentando en cajas enormes una cantidad infima de producto con la tranquilidad de que como pasará un año hasta que tengamos que volver a comprar este tipo de cosas cosas se nos habrá olvidado el asunto…
«La típica picaresca española», pensé, pero resulta que no es en España donde más timos de este tipo se dan, sino en Japón.
Precisamente Japón es un país como lo eran antes de las oleadas de inmigrantes los países nórdicos: básicamente pagas por las cosas «si quieres» pero todo el mundo lo hace y en general son tremendamente legales y confiados. No hay controles de pago en el transporte público, hay puestos con productos donde dejas el dinero pero nadie te ve si no lo haces, puedes dejar el bolso o lo que sea encima de la mesa y dar un paseo teniendo la certeza de que cuando vuelvas estará ahí, etc (por eso roban tanto a los japos cuando vienen a otros países). Sin embargo los timos y engaños sí que están bien considerados en una sociedad que se mueve únicamente por criterios egoistas o basados en apariencias, y parece ser que hay que andar con mil ojos para evitar comprar algo que parece X porque en realidad suele ser Z.
Estafas japonesas en la comida:
Este sandwich es una foto real. Untan los bordes para que parezca que tienen algo dentro.
Compras una caja enorme de bombones, hasta con dispensador, y vienen menos de 10…
Compras un queso, y la etiqueta tenía truco